La contaminación y los residuos tóxicos son la otra cara de la moneda del desarrollo industrial concebido como panácea y sinónimo de progreso. Cuando nos encontramos con datos que afirman que España es el octavo estado emisor de gases contaminantes a los niveles bajos de la atmósfera (solamente de dióxido de azufre se emiten tres millones de toneladas), que a la mayoría de los acuíferos de la cuenca mediterránea le quedan por término medio solamente 20 años de utilización debido a la contaminación de nitratos, o que el 75% de las aguas residuales que llegan al Mediterráneo de las 140.000 fábricas y 120 millones de personas que se asientan en sus bordes no están depuradas, nos damos sólo parcialmente cuenta de la magnitud del problema. Un problema debido, entre otras razones, a que no estamos acostumbrados a pensar solidariamente con conciencia histórica y a que estamos hipnotizados por la instantaneidad del uso y disfrute de lo que nos rodea.
Los más peligrosos son el mercurio, que produce daños en el sistema neurológico, el cadmio, que perjudica los riñones, y el plomo, cuyo efecto clínico más preocupante es el daño que produce en el desarrollo mental de los niños. Su toxicidad se agrava debido a su carácter persistente y bioacumulativo: no se degradan y los seres vivos no cuentan con mecanismos para eliminarlos.
Destacan por su elevada toxicidad, volatilidad, persistencia en el medio, carácter bioacumulativo y movilidad en los vertederos, sustancias como los hidrocarburos alifáticos, aromáticos (tolueno, xileno, bencenos), ésteres, éteres, cetonas, aminas, PCBes, PCTes... Entre ellos están los contaminantes más peligrosos generados nunca por la actividad humana: las dioxinas y los furanos, que pertenecen a una familia química más amplia, los organoclorados :
Uso
Elaboración de PVC
Efectos
Causa cáncer cerebral, suprime el
sistema inmunitario
Mutagénico; causa defectos de nacimiento
Uso
Pinturas, gomas y limpiadores de alfombras
Efectos
Causa cáncer y daños en el sistema nervioso central
Causa fallos en la reproducción
Uso
Líquidos correctores y tintas
Efectos
Daña el corazón y el sistema respiratorio
Destructor de la capa de ozono
Uso
Limpieza en seco, desengrasante de metales
Efectos
Daña el hígado y los riñones
Origina lluvia ácida
Uso
Fungicidas, subproducto en la producción de disolventes
clorados
Efectos
Inhibe el desarrollo y afecta al metabolismo
Bioacumulativo
Uso
Subproducto durante la obtención o incineración de
organoclorados
Efectos
Causa cáncer y fallos en la reproducción,
daña el sistema inmunitario
Origina tumores cancerígenos en peces y mamíferos marinos
La contaminación continua, cotidiana, callada es mucho más grave que la que en ocasiones salpica las páginas de los diarios. Los accidentes de superpetroleros (Exxon Valdex, Mar Egeo...), de plantas industriales (planta de producción de biocidas de la multinacional Union Carbide en Bophal, India) se quedan pequeños al compararlos con las cantidades de contaminantes que se vierten anualmente en un pais industrializado como España.
Estos son los seis pilares sobre los que asienta toda economía industrializada y por tanto, las principales fuentes de los contaminantes arriba descritos. Los datos, referidos a España, provienen de estimaciones oficiales de la década 80-89.
La industria automovilística merece un hueco entre los sectores industriales más contaminantes. El sector automovilístico español, durante la década de los ochenta, como media anual, usó y contaminó 575 millones de m3 de agua y consumi&oaccute; 1'5 millones de megavatios, 7.000 toneladas de carbón y 114.000 de fuel-oil para producir una media de 1.150.000 unidades, máquinas diseñadas para no superar una media de 3.000 horas de vida y con una eficiencia energética no superior al 10%, responsables del 20% del CO2 y del 34% de los óxidos de nitrógeno emitidos a la atmósfera. Además, el automóvil es el principal destinatario de pinturas sintéticas, generadoras de los residuos tóxicos más peligrosos tras los radiactivos.
Los paises ribereños del Mediterráneo cuentan con una población de 132 millones de habitantes en la zona costera, a los que se suman unos 100 millones de turistas en los meses de verano. El elevado volumen de aguas negras se enfrenta a una deficiente estructura de depuración. El resultado es que entre un 70 y un 85% de las aguas urbanas se vierten sin depurar. El exceso de nitratos y fosfatos generado provoca proliferación de algas. La posterior descomposición de la masa de algas por la acción bacteriana consume grandes cantidades de oxígeno y afecta al ecosistema marino en su conjunto.
Más de 200 complejos petroquímicos y energéticos, instalaciones petrolíferas, refinerías, centrales térmicas, industrias químicas y plantas de cloro bordean este mar y lo utilizan como basurero tóxico. Las industria papelera española por sí sola, es responsable del vertido anual de 15.000 toneladas de residuos organoclorados. Ante estas cifras nada extraña que la mortandad de delfines del Mediterráneo, detectada en 1990, se asociara con el debilitamiento de sus sistemas inmunológicos causado por los elevados índices de sustancias organocloradas medidos en sus cuerpos. Otra importante fuente de contaminación es la agroquímica: tan sólo en las comunidades autónomas ribereñas se emplean anualmente más de 500.000 toneladas de abonos nitrogenados y casi 200.000 de fosforados.
Pero a la cabeza de los vertidos sigue estando el petróleo y sus derivados, con unas 635.000 toneladas al año (una quinta parte del total mundial) para toda la cuenca, procedentes de las operaciones rutinarias de refinería y de la limpieza de tanques y vertidos intencionados o accidentales desde buques (petrolero Haven, Golfo de Génova, 1991). Actualmente existen 116 plataformas instaladas, que por cada 1.000 toneladas de crudo extraído vierten 100 kg. al mar. La última reunión de la Convención de las Naciones Unidas para la Protección del Mediterráneo contra la Contaminación (Convención de Barcelona) ha fracasado en su tarea, al alcanzar el tibio compromiso de "reducir progresivamente los vertidos para el año 2005".
Estos residuos están siempre ligados a sistemas de producción
industrial tóxicos, que provocan muchos otros riesgos y problemas
de contaminación:
La industria tóxica
En España la cantidad de residuos peligrosos producidos asciende
a 2 millones de toneladas, de las que el 80%, tal y como reconoció
el ministro de Obras Públicas, Turismo y Medio Ambiente, Josep
Borrell en 1992, no se encuentran bajo ningún tipo de control.
A cada habitante de España nos tocan 50 kg. al año
de química letal pura: de residuos de la fabricación de
disolventes, pinturas sintéticas, barnices, biocidas, papel...
Cantidad
cualitativamente más peligrosa que las 3.250.000 toneladas
de anhídrido sulfuroso que recibe la atmófera al año
por mucho que sea el principal responsable de la lluvia ácida,
porque los residuos tóxicos conservan su letalidad hasta en
pequeñsimas dosis
a lo largo de decenios.
Sólo una parte de las sustancias tóxicas utilizadas y
generadas durante los procesos industriales queda en forma de residuos
tóxicos. Según datos de la Administración de EE.UU.
en 1991 las industrias de este pais emitieron al menos 1'53 millones
de toneladas de más de 300 sustancias tóxicas al medio
ambiente. Cerca del 60% fueron a parar a la atmósfera: los
controles de las emisiones al aíre son los menos estrictos
En España, el MOPTMA ha declarado que el alcantarillado puede
ser la principal vía de emisión de residuos tóxicos.
El gabinete de salud laboral del sindicato Comisiones Obreras
(CC.OO.) estima que más de millón y medio de trabajadores
están expuestos en España a sustancias cancerígenas.
En EE.UU, hay estimaciones que hablan de entre 30.000 y 90.000 trabajadores
muertos de cáncer en 1992 como consecuencia de
la exposición a
sustancias cancerígenas en sus lugares de trabajo.
Provocada por las emisiones atmosféricas, vertidos, fugas,
escapes...
Según Protección Civil, entre 1987 y 1993 se produjeron
23 accidentes "mayores" en las industrias españas. El más
reciente, el escape de gas cloro en la factoría de Erkimia
en Flix, Tarragona.
Las sustancias tóxicas utilizadas por las industrias se
incorporan a los bienes de consumo y a los materiales de
construcción. Durante la utilización de estos bienes y
su posterior gestión como residuos, estas sustancias tóxicas
son emitidas al entorno dañando la salud pública y el
medio ambiente. Pinturas, barnices, productos de limpieza y desinfectantes,
protectores de la madera, adhesivos, plásticos, etc, contienen
sustancias como tolueno, xileno, cloroformo o metales pesados que suponen
también un riesgo para la salud de los consumidores.
El origen de los residuos "especiales" y las emisiones de sustancias
tóxicas no es otro que la utilización de materias
primas y procesos tóxicos en la producción industrial.
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