DIOXINAS


Las dioxinas (policlorodibenzodioxinas) son una familia de sustancias químicas que tienen el dudoso honor de ser reconocidas como los productos químicos más tóxicos que el hombre ha sido capaz de sintetizar. Forman parte, junto los furanos (paradiclorobenzofuranos), asimismo altamente tóxicos, de una familia química más amplia: los organoclorados.

Los organoclorados son las sustancias que resultan de la unión de uno o más átomos de cloro a un compuesto orgánico (estos útimos, constituyen la base de la materia viva y están formados por átomos de carbono e hidrógeno fundamentalmente). Aunque esta unión puede ocurrir de forma natural, la inmensa mayoría de estas sustancias se forma artificialmente. Por ejemplo, la industria química combina gas cloro con derivados del petróleo para crear:

Así hasta sumar más de 11000 productos diferentes.

Cuando se blanquea el papel con cloro, o se utiliza éste como desinfectante en el tratamiento de las aguas, o se quema algún producto clorado, se crean nuevos organoclorados. Al introducirse en el medio ambiente y sufrir reacciones con la luz, otros compuestos químicos o agentes biológicos, vuelven a generarse nuevos productos de este tipo.

De cara a valorar su impacto ambiental, hay tener en cuenta las siguientes características:

Efectos biológicos

En el caso de las dioxinas, citaremos el último informe referente a estas sustancias de la Agencia del Medio Ambiente (EPA) de EE.UU, publicado en septiembre de 1994. Según este informe [30]:

El mismo informe afirma que las fuentes principales de generación de dioxinas son, por orden de importancia:

Este informe ha venido a corroborar tristemente las consecuencias de lo sucedido en Seveso. En 1976 se produjo un accidente de una planta de fabricación de tricloroetano, próxima a la localidad italiana de Seveso, que liberó al ambiente miles de gramos de dioxinas. Trece años después del accidente que mató a 73000 animales domésticos y obligó a la evacuación de 700 personas, se han documentado aumentos en la frecuencia de cánceres de la sangre y del sistema linfático entre la población afectada.

En España, de los miles de compuestos organoclorados producidos, utilizados y emitidos al medio ambiente, sólo se han reconocido los efectos negativos de una docena de ellos: el DDT, los PCBes, y otros pesticidas y disolventes.

Mientras en el resto de Europa se buscan soluciones para frenar la creciente contaminación por dioxinas, la sociedad española permanece ajena a este peligro, y las administraciones no solamente lo ignoran, sino que además se muestran reticentes a prohibir la fabricación de productos que contienen o crean dioxinas, rehusan las tecnologías industriales que evitan su formación, y promueven la construcción de plantas incineradoras, que son su principal fuente de emisión.

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