El Plástico Camaleónico


Imagínate un material en cuya fabricación se generan y se vierten sin control millones de toneladas de sustancias que alteran los sistemas reproductor e inmunitario de los seres vivos hasta en las más pequeñas dosis, que durante su utilización pone en peligro la salud de las personas, exponiéndolas a sustancias potencialmente cancerígenas, que cuando arde desprende gases corrosivos, que no puede ser reciclado eficientemente ni es biodegradable ni puede ser incinerado sin volver a producir sustancias altamente tóxicas...

Aunque parezca increible, ese material existe. Y no hace falta la imaginación para saber su aspecto. Es suficiente con levantar la vista. Por poco camino que recorra la mirada, ya habrá tropezado con algún producto hecho con este material, aunque no lo sepamos. Se trata del PVC, plástico clorado, cloruro de polivinilo o simplemente "vinilo", y es el material plástico más peligroso para la vida en todas sus formas (bueno, quizás habría que exceptuar a los propietarios de las empresas que lo fabrican...). Por contradictorio que parezca, también es el plástico más extendido, utilizándose en un amplio abanico de aplicaciones.

El PVC empezó a ser usado industrialmente en el sector de la contrucción (marcos de ventana, aislantes, suelos, tubos, recubrimientos de suelos, etc) para luego extenderse al área de la electricidad y los objetos de consumo (enchufes, secadores, cables, muebles de cocina) y, posteriormente, abrirse paso hacia los envases, en sectores como los de la alimentación, limpieza y cosmética (envases de agua mineral, aceite, tarrinas de margarina, celofanes de dulces y bombones, botellas para limpiacristales, champúes, desodorantes). Finalmente, consiguió alcanzar los objetos de disfrute y tenencia, como casetes, discos, juguetes, rotuladores, zapatos, impermeables... El PVC se ha convertido en parte de nuestra vida cotidiana.

¿Cuales son las razones de este camino triunfal?


Atrás