INGENIERÍA GENÉTICA... ¿SIN FRONTERAS?
Introducción
La manipulación genética aplicada a la nueva creación de
alimentos, herbicidas y productos farmacéuticos está abriendo una
gran polémica entre los laboratorios y las multinacionales, por un lado,
y los ecologistas y el público consumidor, por el otro. De entrada, promete
dar un
empujón a la Revolución Verde, aumentando la producción de
alimentos y ayudando a combatir la pobreza. La piedra angular de la problemática
es, sin duda, la precipitación con que se comercializan los productos manipulados
genéticamente y con la que se patentan los genes. Precipitación
porque, como discutiremos, no hay ningún tipo de garantía de la
inocuidad de los nuevos productos y si, por contra, suficientes pruebas que demuestran
los riesgos - para la salud, la agricultura, la biodiversidad y la economía-.
Esto, por si solo, tendría que ser suficiente para poner una moratoria
sobre las nuevas tecnologías y abrir un debate serio, profundo y general
antes de que se haga ningún uso, en el cual también tendrían
que estar recogidas las cuestiones éticas. El hecho que no exista este
debate se debe a las multinacionales y a las políticas más interesadas
que, con un secretismo hermético, están avanzando rápidamente
en este campo, que les proporciona ganancias económicas y control sobre
el mercado a muy corto plazo. Y, posiblemente, proporcionará pobreza y
daños a los países pobres y al público desinformado en un
plazo igualmente corto. El sentido común nos obliga a hacer una llamada
al principio de precaución, sabio en su formulación: ante el riesgo,
prudencia. I sobretodo, búsqueda de alternativas.
Riesgos inmediatos, previsibles y imprevisibles
La ausencia de un efecto negativo inmediato no asegura que
no habrá nunca ningún otro efecto. (Tiedje
et al., 1989).
Para la salud
Los riesgos que comportan los productos manipulados genéticamente
son difíciles de prever y, por tanto, no se pueden testar satisfactoriamente
antes de ponerlos n el mercado. Esto proviene de la complexidad estructural
de los organismos y de su código genético. Por ejemplo, un
tipo de soja manipulado por la empresa Pioneer contiene una proteína
incorporada a través de la transferencia de genes de la nuez del
Brasil. Las personas alérgicas a este fruto tuvieron la misma reacción
alérgica al consumir esta soja, a pesar de que las pruebas realizadas
en los laboratorios habían resultado negativas. Cuando se trata
de productos manipulados con genes nuevos, nunca evaluados, aparece la
duda sobre si estos productos han aumentado su potencial alergénico,
que es impredecible y imposible de testar (Nestle, 1996).
Además de los potenciales alergénicos, aparecen otros problemas,
entre los cuales figura la posibilidad de que las plantas manipuladas para ser
más resistentes a los herbicidas acaben
metabolizando estos productos tóxicos destinados a matar a las malas
hierbas. Los tóxicos metabolizados dan lugar a productos nocivos para
los consumidores de plantas, como es el caso del herbicida Roundup, al cual
es resistente una soja producida por la multinacional agroquímica Montsanto.
Este herbicida contiene glifosato, los residuos del cual se acumulan en las
plantas, y otros surfactantes contaminantes. Los metabólitos de estos
productos que permanecen en las plantas, como el formaldehído, pueden
ser neurotóxicos y cancerígenos (Aguilar, 1997).
La degradación incompleta de sustancias químicas conlleva a veces
la síntesis de productos aún más tóxicos para el
medio (Tiedje et al., 1989).
Por otro lado, también pueden aparecer problemas para la salud
en el uso de vectores que se utilizan para manipular genes. Estos vectores
suelen ser virus y retrovirus, algunos de ellos inductores de cáncer
y otras enfermedades. Si bien se asegura que el ADN de estos virus está
inutilizado, también es cierto que pueden reactivarse mediante fenómenos
génicos como la mutación, la transposición o la recombinación
(Green & Allison, 1994).
En el campo de la genética, los genes no actuan de forma individual.
Por tanto, componentes individuales en principio benignos bien pueden tener
efectos sinérgicos nocivos. La investigación científica
en este campo es incompleta en el mejor de los casos, ya que, en general,
los efectos a medio y largo plazo de los alimentos manipulados genéticamente
son imposible de predecir.
Para la agricultura y la ganadería
La transferencia de genes rompe las barreras genéticas que tienen
los organismos, facilitando la acción de ciertos patógenos.
Por ejemplo, suelen usarse como marcadores génicos en algunas plantas
genes que confieren resistencia a los antibióticos. Se ha comprobado
que los microorganismos pueden
adquirirlos con cierta facilidad de las plantas. El año 1994 se
plantó mostaza, colza y manzanas, con genes de resistencia a antibióticos,
junto con el hongo Aspergillus niger, y los análisis posteriores
demostraron que el hongo era también resistente al antibiótico
(Hoffman et al., 1994). Es pues evidente el riesgo
para la salud y la agricultura que la mobilidad de ADN comporta. Más
de 650 especies de insectos, hongos y malas hierbas son ahora resistentes
a diversos productos fitosanitarios, debido a la presencia constante en
el medio de los pesticidas y a la adquisición de genes por diversos
procesos génicos naturales (Georghiou &
Lagunes-tejada, 1991). Esto implica que la agricultura tradicional
y biológica podría desaparecer con la implantación
de los cultivos transgénicos, además de representar un grave
peligro para la biodiversidad en los suelos: la combinación de genes
nuevos y el acúmulo de productos empobrecen a los ecosistemas de
cultivo. Como ejemplo, podemos citar el caso de Pseudomonas putida,
modificada para poder degradar un herbicida, pero que genera durante el
proceso sustancias altamente tóxicas para los microorganismos del
suelo, imprescindibles para el equilibrio ecológico (Aguilar,
1997).
Los animales tratados con productos obtenidos por manipulación
génica también arrastran graves problemas de salud como consecuencia
de los nuevos genes que se les implantan. Es conocido el ejemplo de la
hormona del crecimiento bovino (rBGH), propiedad de la multinacional Monsanto,
que se inyecta a los animales para que produzcan más leche. Lo que
provoca a las vacas es mastitis, fiebres, hemorragias internas, anorexia,
infertilidad y, incluso, la muerte. La leche que producen puede tener restos
de pus y de sangre, y tendría que ser, lógicamente, invendible
(Ruiz, 1997).
Para el medio
Los cultivos de plantas transgénicas comportan diversos peligros para el
medio, amenazando la biodiversidad y aumentando los acúmulos de tóxicos
en los suelos y en las aguas. En algunos casos, las plantas transgénicas
tienen un gran poder invasivo, ya que son resistentes a herbicidas y
algunas, a plagas. Ésto se convierte en un defecto cuando salen de los
cultivos y se esparcen por zonas vecinas, cosa, por otro lado, inevitable. Una
planta más resistente sustituye al fin a las plantas autóctonas
de la zona, al competir por los nutrientes y el espacio con más eficacia.
Cuando, además, se da la hibridación entre plantas transgénicas
y plantas silvestres, aparece lo que se denomina como contaminación genética.
En el caso de la colza, se ha encontrado el transgen de laboratorio a més
de 2,5 kilómetros del cultivo original (Timmons et al.,
1994). Lo mismo sucede con los vectores que transportan los genes de resistencia,
que pueden llevarlos a hongos, insectos, patógenos y otras plantas que
no son su destino final original. Por otro lado, hay el peligro del traspaso de
genes manipulados que dan resistencia a los herbicidas a malas hierbas, convirtiéndose
en hierbas hiper-resistentes que causarían graves daños a los cultivos
(Aguilar, 1997).
La resistencia a los herbicidas por parte de los cultivos transgénicos
hace que se abuse del uso de estas sustancias, esperando obtener cultivos
mejores. Ahora bién, el herbicida glifosato, por ejemplo, agente
activo del ya citado Roundup, es tan eficaz que ya ha colocado en los EEUU
74 especies de plantas en peligro de extinción (Aguilar,
1997); afecta también algunas funciones fisiológiquas
en anfibios y gusanos de tierra, peces y también en microorganismos
(Springet & Gray, 1992). También tiene
una larga permanencia en el suelo y, arrastrado por los sistemas hídricos,
puede ser llevado a muchos kilómetros de distancia de donde originalmente
se vertió. En los EEUU se encontró glifosato a 14 kilómetros
aguas abajo del cultivo, con una persistencia del 58% (Monroe,
1988).
La alteración de los conjuntos de genes naturales y la impredictibilidad
de las consecuencias del uso de transgénicos resulta un problema
medio ambiental, hasta en pequeña escala y a corto plazo. No se
puede olvidar en ningún momento que los ecosistemas funcionan como
un todo, siendo cada una de sus partes y componentes, vivos y no vivos,
parte fundamental del equilibrio. La red de un ecositema se debe estudiar
con una visión global, nunca de manera reduccionista, ya que las
interacciones entre sus componentes son extremadamente complejas y delicadas.
En este sentido, especialistas y científicos piden estudios esmerados
y precisos de los riesgos que comportan los productos manipulados genéticamente
(Timmons et al., 1994).
El peso del interés económico
Las multinacionales presionan
Dentro de las tendencias económicas actuales, es natural que las grandes
corporaciones multinacionales tengan plenointerés y control sobre las nuevas
biotecnologías. Ésto es posible
porque la investigación científica se realiza o bién en sus
propios laboratorios agroquímicos y/o farmacéuticos o bién
en las universidades, pero con capital de las corporaciones. El objetivo final
del desarrollo de la biotecnología es, según ejecutivos de la Monsanto
Corporation, llegar a una agricultura sostenible que ayudará a erradicar
el hambre de los países pobres, solo posible con la biotecnología
y la química (Schneiderman & Carpenter,
1990). Ahora bién, el solo hecho de que sean las corporaciones multinacionales
las que controlan la biotecnología hace sospechar que los intereses económicos
de los países desarrollados regiran el destino de los adelantos genéticos.
La creación de patentes por parte de las multinacionales es la
única manera de conseguir rentabilizar los nuevos productos biotecnológicos,
garantizandose el monopolio. Las leyes de protección de la propiedad
privada permiten la obtención de un alto beneficio económico
a aquellos que controlan los productos. Un claro ejemplo lo protagoniza
la multinacional Monsanto, que tiene la patente sobre la soja transgénica
que es más resistente al herbicida Roundup, también de propiedad
de esta compañía. Así, el control de las multinacionales
abarca los bancos de semillas, la tecnología, los productos químicos
y fitosanitarios. Los pequeños y medianos agricultores no pueden
ser propietarios de sus cosechas si están patentadas, y no pueden
replantar los cultivos con las semillas del año anterior que ellos
mismos obtenían. Además, la Ley sobre Variedades Vegetales
solo permite la comercialización de variedades agrícolas
patentadas, impidiendo a los agricultores crear sus propias variedades
como han hecho durante miles de años (Aguilar,
1997). La conclusión que se extrae de todas estas consideraciones
queda bastante lejos de alternativas sostenibles, y amenaza gravemente
a la agricultura tradicional.
Sobre los países pobres
Más allá del mundo desarrolado, el control de las multinacionales
ahoga a las economías y agriculturas del Tercer Mundo. Si bién
la ingeniería genética se
plantea como una herramienta para aumentar la producción de alimentos,
hay hechos que lo hacen impensable, especialmente debido al control del
corporativismo. Así y todo el problema del hambre es, más
que un problema de cantidad, un problema de falta de equidad en el reparto
de los recursos. Uno de los principales problemas con que se han de enfrentar
los países pobres es el de las patentes. Las patentes limitan en
gran parte el área de comercio del Tercer Mundo, que no podrá
usar variedades ya patentadas sin pagar royalties a las corporaciones
(Kloppenburg et al., 1996). Desde los tiempos
del colonialismo, el Norte ha almacenado la diversidad genética
del Tercer Mundo en bancos de semillas. Las dos terceras partes del germoplasma
de cultivos y el 85% del material microbiano se encuentran ya en los países
del Norte. La ironía llega al límite cuando con las patentes
se concede el estatus de invento a productos y procesos basados en la selección
y el conocimiento desarrolado durante generaciones de campesinos anónimos.
Por ejemplo, la empresa W.R.Grace ha patentado un proceso de producción
de un plaguicida que, durante siglos, se había obtenido del árbol
Neem de la India. La patente hace que este país no pueda obtener
beneficios del plaguicida natural -y original- (Aguilar,
1997).
Los paises pobres son los principales productores de ciertos artículos
que se exportan al Norte y estas exportaciones son una de las primeras
fuentes de ingresos para las economías del Sur. Por tanto, la creación
de productos substitutivos de otros como el cacao, el azucar, la vainilla,
las bananas o el aceite de palma representa una grave amenaza para sus
economías. GRAIN calcula que hasta una cuarta
parte de las exportaciones actuales de productos agrícolas del Tercer
Mundo -unos 20.000 millones de dólares- puede ser sustituida por
los nuevos productos de las multinaciuonales (Hobbelink,
1989). Aisí pues, la guerra comercial por la biotecnología
solo puede ser ganada por los paises más ricos. En la práctica,
se demuestra la pobre -o nula- ayuda que representan las corporaciones
para los paises pobres.
Conclusiones i Reflexiones
Una agricultura sostenible no se puede alcanzar, como se deduce de la situación
actual, desde la manipulación genética. Se han invertido
muchos años y capital económico y humano para desarrollar
estas tecnologías y los productos que se han llegado a comercializar
hasta ahora son, de hecho, pocos; las consecuencias de su uso no han sido
satisfactoriamente calculadas ni evaluadas. Los riesgos potenciales superan
en mucho los beneficios actuales y, probablemente, los beneficios económicos
a largo plazo. Solamente Monsanto ha gastado 500 millones de dólares
en la última década pera desarrollar plantas resistentes
a sus propios herbicidad (Kloppenburg et al., 1996)
y haría falta plantearse si se ha de seguir por esta vía
de manera forzosa. Por otro lado, aún hay mucha investigación
para hacer en el campo de la agricultura tradicional y el desarrollo sostenible,
y no se ha de favorecer a la biotecnología en su detrimento. Las
soluciones que proponen las multinacionales a través de la ingeniería
genética son solo un parche sobre problemas puntuales de los paises
más ricos, dejando desprotegido a el consumidor y perjudicando a
los pequeños agricultores i a los paises pobres.
El último punto de reflexión corresponde al público
consumidor. Se debería exigir un canal de información transparente
y no sesgado del avance en la ingeniería genética, su significado
y, sobretodo, sus consecuencias. Un desarrollo sostenible y justo
requiere medidas sociales y económicas, mucho más necesarias
que la biotecnología. Centrarse en la tecnología es desviar
el esfuerzo y el dinero que se deberían invertir en el campo de
la transformación social.
Este articulo fué publicado
en la revista Illacrua en Diciembre de 1997
Glosario
-
ADN:
-
moléculas que contienen la información hereditaria necesaria
pera la formación y desarrollo de la vida.
-
banco de germoplasma:
-
banco de semillas que se conservan como muestra de diversidad genética
o para un uso posterior.
-
código genético:
-
conjunto de instrucciones en forma de gen que determinan la síntesis
de proteinas a partir de la información almacenada en el ADN.
-
gen:
-
fragmento de material genético, ADN, que codifica para la formación
de una proteina. El conjunto de genes es el material genético que
en última instancia permite la síntesis de la estructura
celular.
-
manipulación genética:
-
conjunto de técnicas que se aplican sobre el ADN de los organismos
o de partes vivas de éstos (células) para incorporar nuevas
funciones y propiedades biológicas.
-
marcador génico:
-
gen de características específiques que acompaña a
los genes de estudio y que es utilizado para detectar a los organismes
manipulados que han recibido el paquete genómico.
-
transferencia de genes:
-
introducción de material genético de una especie a otra por
técnicas de manipulación genética. En un sentido más
amplio se refiere al intercambio de genes introducidos en el cruze de organismos
modificados genéticamente y organismos no modificados o naturales.
-
patógeno:
-
cualquier organismo que puede producir infecciones en un huesped.
Referencias
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Scottish Crop Research institute. Annual Report 1994. SCRI, Invergowrie,
Dundee, Scotland.
Autores
Grupo de Trabajo Ingeniería
Genética
Sergi Rodríguez Tohà, Eulàlia
Gassó i Miracle i Iola Leal
Riesco
Fotografías: Fede Bartumeus. India, 1997
Dibujos: Iola Leal Riesco
Skamot Verd
(Grupo Ecologista de la Facultad de Biología, Universitat
de Barcelona)
skamotverd@xaee.ub.es
Facultat de Biologia (UB)
Avgda. Diagonal, 645
08028 Barcelona
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Skamot Verd, Noviembre de 1997
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